Por Giuliano Delle Chiaie
Argentina-Inglaterra. Inglaterra-Argentina. El clásico internacional más importante del mundo tendrá un nuevo episodio en el primer partido del grupo B del Mundial de rugby. Los Pumas, que consiguieron el bronce en el 2007, contra los ingleses, que salieron segundos y que además ganaron el Mundial 2003 en Australia, van a enfrentarse en una batalla con olor a final. Es verdad que la baja de Hernández, el retiro de Pichot y Corletto, entre otros cambios con respecto al 2007, oscurecen un poco el panorama que parece inclinarse a favor de los británicos, pero es sabido que cuando argentinos e ingleses se cruzan, no importa la disciplina, los partidos son aparte.
Desde Rattin en el mundial de fútbol de 1966, en el que mal expulsado, se fue de la cancha estrujando una bandera inglesa, la rivalidad deportiva es quizás la más fuerte del mundo. Paréntesis aparte para los hechos extra deportivos que más allá de que no entren en juego en la cancha suman condimento a los partidos, generan una tensión, una ansiedad especial y fervor en las tribunas. ¿Hace falta hablar de Diego en el 86? Su gol con la mano, que genera controversia y furia aún hoy entre el público inglés, seguido por el cuadro que pintó el gordito corriendo con la pelota dejando, en el piso, sí, en el piso a todo inglés que, desesperado, intentó detenerlo.
El partido que se acerca tiene un antecedente en 1995. En el mundial de ese año, disputado en Sudáfrica, Los Pumas eran un equipo que comenzaba a formarse y le tocó debutar contra la selección de la rosa. No hubo sorpresas. Fue 24-18 para los británicos que terminaron cuartos en aquella competencia. Argentina por su parte perdió los tres partidos que disputó quedando fuera en la primera fase. 16 años después, las cosas son diferentes. Dos selecciones consolidadas se enfrentarán en igualdad de condiciones para quedarse con el grupo.
Entre abucheos ingleses, el sonido de las trompetas que entonarán el himno argentino será la señal de que la batalla estará por comenzar. Con Los Pumas entre lágrimas, rugiendo a la par de los acordes, estará cada argentino sintiendo, en la piel, el vértigo de los instantes previos al duelo. Ellos, los vestidos de blanco, por su parte observarán incómodos la pasión albiceleste, que se dice es tan temible como el mismísimo haka neozelandés.
Felipe Contepomi, capitán y esperanza de Los Pumas.
Jonny Wilkinson, símbolo de la rosa. Fue la figura del título en el 2003.


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